INSTITUTO NACIONAL
SANMARTINIANO
ASOCIACIÓN CULTURAL
SANMARTINIANA DE LA MATANZA
Informativo trimestral: Enero, Febrero y Marzo
de 2014, Año XXXIX, No99
“¡YO
MUERO, PERO LA TEA QUE DEJO
ENCENDIDA NADIE LA PODRÁ APAGAR!”
PEDRO DOMINGO
MURILLO, AL PONER SU CABEZA EN LA HORCA EL
29 DE ENERO DE 1810
BICENTENARIO
DEL ENCUENTRO DE BELGRANO Y SAN MARTÍN
José Martí y
San Martín
Un día, cuando
saltaban las piedras en España al paso de los franceses, Napoleón clavó sus
ojos en un oficial, seco y tostado, que vestía uniforme blanco y azul: y se fue
sobre él, y leyó en el botón de la casaca el nombre del cuerpo: “Murcia”. Era
el niño pobre de la aldea jesuítica de Yapeyú, criado al aire entre indios y
mestizos, que después de veintidós años de guerra española empuñó en Buenos
Aires la insurrección desmigajada, trabó por juramento a los criollos
arremetedores, aventó en San Lorenzo la escuadrilla real, montó en Cuyo el
ejército libertador, pasó los Andes para amanecer en Chacabuco; de Chile, libre
a su espada, fue a Maipú a redimir el Perú; se alzó protector en Lima, con
uniformes de palmas de oro; salió, vencido por sí mismo, al paso de Bolívar
avasallador, retrocedió, abdicó; cedió a Simón Bolívar toda la gloria; pasó
solo por Buenos Aires, se fue a Europa, triste, murió en Francia, con su hija
Mercedes de la mano, en una casita llena de flores y de luz. Escribió su
testamento en una cuartilla de papel, como si fuera el parte de una batalla; le
había regalado el estandarte que el conquistador Pizarro, trajera a América
hace cuatro siglos, y él le regalo el estandarte, en su testamento al Perú.
Así lo describió
José Martí…
EL ABRAZO
FRATERNO
Con ocho años de
diferencia de edad, Manuel Belgrano había nacido en Buenos Aires en 1770; San
Martín en 1778. Cuando este desde su Yapeyú natal llega a Buenos Aires, con su familia,
donde su padre ascendido a Capitán debía esperar un nuevo destino. Asiste junto
con sus hermanos a la escuela. Sus padres de profunda fe religiosa ingresan a
la Tercera Orden de Santo Domingo. Don Juan como vocal de la Comisión Directiva
entre los años 1782 y 1783, su firma en las actas figura –entre otras- al lado
de Domingo Belgrano, padre de Manuel, lo que no significa que el niño y el joven se hayan
conocido, ningún historiador a previsto esa
circunstancia.
Mientras Juan de San Martín parte con su familia para España en 1784 y el joven
José se alista como cadete en el Regimiento de Murcia en 1789. Manuel Belgrano
parte con el mismo destino en 1786, con el fin de estudiar comercio… pero,
doctorando en leyes, vuelve a Buenos Aires en 1794 para ejercer el cargo de
Secretario “perpetuo” del Consulado… San Martín va ascendiendo en su carrera
militar y en especial en la lucha contra la invasión napoleónica. Producida la
Revolución de Mayo, Belgrano integrante de la misma es puesto al frente de un
ejército que primero marcha a la Banda Oriental y luego es desviado al
Paraguay…. En 1812 San Martín retorna a su patria para colaborar en su
Independencia, creado el Regimiento de Granaderos a Caballo, vence a los
españoles en San Lorenzo el 3 de febrero de 1813. Belgrano en el Norte, tras
ponerse al frente de un ejército derrotado, desordenado y sin los medios
necesarios para funcionar como tal, lo ordena y desobedeciendo a Buenos Aires,
logra resguardar la revolución venciendo a los realistas en dos gloriosas
batallas: Tucumán y Salta. Luego sucesivas derrotas que culminan en Vilcapugio
-significó una segunda pérdida del Alto Perú… - Recibe San Martín la orden de
marchar a reemplazarlo. En el ínterin, sin conocerse personalmente había fluido
entre ellos el aprecio a las virtudes de cada uno, había existido un
intercambio epistolar, más aún San Martín le había hecho llegar literatura
sobre estrategia militar y en una oportunidad en que se dudaba de la capacidad
militar de este, lo defendió con ardor diciendo que era el mejor general que teníamos.
San Martín entonces Coronel, una vez producido el encuentro y el fraternal
abrazo, se puso a las órdenes de Belgrano, lo que este no acepto… Lo
que sigue de nuestra gloriosa epopeya y del resto del camino de
cada uno de ellos, son respaldados por la unción, el respeto y el homenaje
permanente de todos los que amamos a nuestra Patria.
AUC.
SARMIENTO,
TAMBIÉN NACIÓ EN FEBRERO
Con le resultado del
Primer Censo Nacional –que él había ordenado- no tuvo dudas al expresar: “Con
un pueblo ignorante siempre tendremos las posibilidades de que nos gobierne un
Rosas”. Ricardo Rojas lo recordó: …unos decían: es un poeta, aunque solo
escribió en prosa cincuenta y dos volúmenes; otros decían: es un artista,
aunque no cultivó ninguna de las bellas artes; otros un pensador, aunque no se
ciñó a ninguna escuela filosófica; y otros un político, aunque carecía de
astucia y partido. Fue concejal, ministro, gobernador, diplomático, senador,
presidente… llegó a todos esos poderes llevando consigo la tempestad; además
fue redactor de periódicos, general de nuestro ejército y maestro de escuela.
Sin duda su carácter gruñón y su orgullo se verían ampliamente satisfechos con
los títulos que la posteridad lo ha distinguido: en 1943, la Conferencia
Interamericana de Educación celebrada en Panamá lo designó: “Maestro Universal de la Educación Popular”.
Domingo Faustino Sarmiento Quiroga –primo en quinto grado del Tigre de los
Llanos- desde su juventud sanjuanina dedicó su vida a procurar la propagación
de la enseñanza y la libertad del individuo; intolerante a todo lo que pudiera
apartarlo de ello. A pesar de su participación en el derrocamiento de Rosas en
1852, por no soportar la obligación de usar cintillo rojo, se apartó
airadamente de Urquiza. El profesor Américo Ghioldi se refirió a Sarmiento
diciendo: “Es la presencia más continua, vital y profunda de los argentinos”. En
San Juan, el entonces presidente de la Nación, Ricardo Raúl Alfonsín lo evocó
recordando: “Me parece que recordamos injustamente la figura de Sarmiento, cuando
lo vinculamos exclusivamente a la actividad docente, quien tuvo la pasión
educadora porque fue un hombre político; tuvo el empuje alfabetizador porque
comprendió que sin instrucción generalizada no es posible ni democracia ni
economía; cuando funda escuelas y difunde bibliotecas populares está pensando
en el país de cien millones de habitantes que tenía en mente cuando defendió en
el Senado, ante la risa de muchos colegas, la instalación de ferrocarriles. Era
el mismo hombre público, el Director de Escuelas de la provincia de Buenos
Aires y el fundador de la Escuela Militar
de la Nación y
el de la Escuela Naval,
el Primer presidente del Consejo Nacional de Educación y el impulsor del
alambrado en la pampa y de la mestización de los ganados”. De este
autodidacta: “Doctor de la
Universidad de Michigan”, que supo ver todas las necesidades
para crear una Nación. “…demasiadas visiones para un hombre solo”, dijo
Armando Alonso Piñeiro, agregando: “solo críticos con anteojeras, no llegan a
definir la vigencia contemporánea y vigente de Sarmiento”. De quien “un
gigantesco busto en la entrada del Latin American Collectión, en la Universidad
de Texas, en Austin, U.S.A.”,
demuestra que los norteamericanos creen que es la única figura capaz de
representar la vitalidad de la cultura latinoamericana… y también dice “que
el rosismo empeñado en su prédica antiliberal, ha incurrido en gruesas
inexactitudes con tal de denostar a figuras claves del pasado, como Mitre,
Roca, Sarmiento y Avellaneda” Para Jorge Luís Borges: “La historia argentina puede
centrarse en el subtítulo del Facundo: Civilización y Barbarie. No es la
historia de las masas, sino de individuos que tomaron una decisión y, entre
ellos, el más extraordinario fue Sarmiento; si hubo un hombre fue él”. Y
en los últimos versos de una poesía a su memoria, lo recuerda así:
Del tiempo
que es después, antes, ahora,
Sarmiento el
soñador sigue soñándonos…
Solo nos atrevemos
agregar a doscientos tres años de su natalicio: que fue el maestro por
antonomasia, el padre de la cultura argentina, el visionario fundador de la
patria que buscó el camino más sólido y perdurable para una república
organizada y democrática: la educación.
AUC.
También nació en febrero…
NACIÓ EL 27
DE FEBRERO DE 1812, A
ORILLAS DEL PARANÁ
CREADA POR EL
GENERAL MANUEL BELGRANO…
GLORIOSA ENSEÑA DE LA PATRIA
MIA,
EL PARANÁ EN SUS BRISAS TE
ENVOLVIÓ
Y EN SU RIBERA TREMOLASTES UN
DÍA
EN QUE BELGRANO AL MUNDO TE
MOSTRÓ
ALMIRANTE
GUILLERMO BROWN
En el año dedicado a
homenajear su memoria, por cumplirse el Bicentenario de la Batalla de
Montevideo que puso fin al último reducto de la dominación española en el Río
de la Plata es decir: lo que quedaba de virreinato y de su último virrey
Francisco Javier de Elío. Guillermo Brown había nacido hace 157 años, en
Foxford, Irlanda el 22 de junio de 1777. Siendo niño había emigrado con sus
padres a los Estados Unidos y tras años de desempeñarse como marino en
distintas funciones, partió para el Río de la Plata, radicándose por breve
tiempo en Montevideo, adquirió una goleta con la que llegó a Buenos Aires unos
meses antes de Mayo, convertido en comerciante donde lo sorprenden, los
acontecimientos de la Revolución, a la que se adhiere y en 1814 acepta en mando
de una escuadrilla para hacer frente el bloqueo de los buques españoles con
base en Montevideo, El gobierno patrio convencido de la imperiosa necesidad de
liberar las trabas que le impedían la libre navegación en el litoral y
fundamentalmente por el Río de la Plata, adquiere con la importante ayuda
monetaria de componentes del gobierno y otros patriotas, un conjunto de diez
naves de distintos calados y tamaños, puesto a frente el 10 de marzo de 1811,
se allegan a la isla de Martín García y toman posesión de la misma. Luego de
victorias y derrotas, el 17 de mayo de 1814 obtuvo la victoria definitiva con
la expulsión de los españoles, con la entrada del ejército patriota en el mes
de junio a Montevideo. Este hecho tan trascendental para Buenos Aires, fue el que
quito la mayor parte de los temores que obnubilaban las órdenes ante posibles
represalias de una invasión española-lusitana,
y dio mayor fuerza al plan continental que San Martín pergeñaba en Cuyo
y la fuerte demanda de la declaración de la Independencia. Con el fin de
afectar el comercio español, sembrar alarma y generar recursos económicos, el
gobierno de Buenos Aires acepta la sugerencia de armar una escuadrilla
corsaria, que puso bajo el mando de Brown, la misma estaba compuesta por la
Fragata Hércules al mando del capitán Wlater Dawes Schityy (cuñado de Brown). A
cuyo bordo viajaba el comandante; el bergantín Santísima Trinidad comandada por
Miguel Brown, hermano de Guillermo; la corbeta Halcón a las órdenes de Hipólito
Bouchard y la goleta Constitución al mando del capital Oliveiro Russell. La
expedición capturo varias presas importantes, sitió la fortaleza del Callao,
enarbolando el pabellón patrio a distintas y lejanas tierras. Herido en
combate, Brown, debió regresar a Buenos Aires, recibiendo los honores de
Comandante General de Marina. A resulta de la herida quedo cojo, retirándose a
su quinta de Barracas, desde donde en 1828 es requerido por el presidente
Rivadavia, para combatir la escuadra imperial brasileña, derrotándola en el
combate
de Los Pozos y meses
después repitió sus proezas en el combate de Juncal. Volvió a la vida privada
con un intervalo en 1837 en que visitó su tierra natal. En 1841, convocado por
Rosas organizó la escuadra que hizo frente a los buques extranjeros que tanto
perjudicaban al normal desarrollo comercial de entonces, lo hizo con
la misma disposición
de siempre para la concreción y el desarrollo de su patria adoptiva. Falleció
el 3 de marzo de 1857, hace 156 años, expresando “Con el principal a bordo, ya
puedo cambiar de puerto”
Fuentes: Datos
biográficos varios;
Capitán de Navío José
Horacio Giaquinta.
AUC.
JERÓNIMO
ESPEJO
último Capitán de San Martín
Nació en Mendoza. No había cumplido
quince años cuando se presentó ante el Libertador en el campamento del
Plumerillo y fue dado de alta como cadete en el Ejército de los Andes. Fray
Luís Beltrán lo inicio en el arte de los cañones. El alférez Espejo, que estaba
destinado a ser el último sobreviviente de los capitanes de San Martín, cruzó
con sus piezas la Cordillera y las hizo tronar en Chacabuco, bajo la mirada
aprobadora de su sublime Jefe. Al año siguiente los hacía volver a hablar en la
campaña del sur de Chile. No los dejó enfriar en la noche de Cancha Rayada y
los volvió a hacer entrar en acción cuando sonaron las dianas de Maipú. San
Martín había comprendido ya el genio guerrero de aquel héroe casi niño y no
vaciló en encargarle las más difíciles y peligrosas misiones, que el bravo
mendocino cumplió con arrojo y eficacia. En 1820 llegaba al Perú, incorporado
al estad mayor del Gran Capitán, al año siguiente se hallaba en el sitio de
Lima, en el actuó como parlamentario y desempeño otras actividades reservadas.
Ya era capitán, ascendido dos veces sobre el campo de batalla. Después de la
capitulación de Lima tomo parte de la famosa expedición a los Puertos
Intermedios, bajo las ordenes del mariscal Sucre. Corría 1824. Cumplida su
epopeya libertadora. San Martín se había ido. El mayor Espejo, veterano de
veintitrés años, supo que su antiguo y gloriosos Jefe, muerta su amada compañera,
había emprendido el camino del exilio y adivinó, lleno de dolor, que no
volvería a verlo jamás. Jerónimo Espejo partió para Buenos Aires, ostentando en
su juvenil pecho el escudo: “Fui de los
libertadores”. Declarada la guerra al Brasil, que la provocará con sus
invasiones por tierra y por agua; se incorporo de los primeros en el ejército
del general Alvear y combatió junto a Paz, Lavalle y Lamadrid. Sobre el campo
sangriento y glorioso de Ituzaingó fue ascendido a Teniente Coronel. Cerrando
el ciclo épico de su vida, el comandante Espejo aparece ahora fugazmente en la
guerra contra los indios. En 1831, es ministro de guerra del gobierno general
de las provincias coaligadas, y al iniciarse el segundo y prolongado gobierno
de Juan Manuel de Rosas, emigra a Bolivia y luego al Perú, donde reside por
largos años. Se hallaba en el puerto de Mojos, cuando supo que su hermano el
capitán José Espejo, que había combatido bajo las banderas unitarias de
Lavalle, había caído prisionero y sacrificado junto con el gobernador de
Tucumán, el Manco Avellaneda, en 1841. El Coronel Espejo vuelve a la patria
después de Caseros. Fue miembro de la Cámara de Representantes de Mendoza y del
Congreso de la Confederación. Tesorero y administrador de aduanas, inspector
general del ejército, subsecretario de guerra y marina del gobierno nacional;
desempeñando otros cargos de responsabilidad en los años siguientes. Su mayor
virtud, fue que no olvidó nunca al general San Martín, que le entregará su
espada de alférez cuando se preparaba para cruzar los Andes y libertar a Chile
y al Perú. Fue en un villorrio de Bolivia donde supo de la muerte del
Libertador en Boulogne sur Mer. Escribió crónicas y recuerdos de la epopeya sanmartiniana.
Siendo en 1882, en reconocimiento a su entrega a la Patria, ascendido a General
de División. Vivió sus últimos años en el culto y la evocación del Gran Capitán
de los Andes. Lo recordaba permanentemente
en su solitaria ancianidad de hombres sin hogar, pues no se casó nunca,
cuando veía desaparecer uno tras otros a sus gloriosos compañeros de epopeya.
El debió ser el último, dejó de existir el 18 de febrero de 1889, a seis días de
conmemorarse el septuagésimo segundo aniversario de la batalla de Chacabuco,
donde recibiera su bautismo de gloria y de sangre. Ochenta y ocho años contaba
al morir el último de los Capitanes de
San Martín.
AUC.
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“La seguridad es el primer
premio que recibe el hombre que renuncia a sus derechos naturales
para vivir en sociedad” 11 de junio de 1810